Ventajas e inconvenientes de los sistemas operativos propietarios y libres ponen
al usuario común ante una encrucijada que solo el tiempo y las necesidades
personales podrán desdibujar.
Se enciende una computadora, el bombillo indicador de circulación de corriente
eléctrica se ilumina; luego viene el pitido de la memoria. A los pocos segundos
flamea en tono de bienvenida -en la mayoría de los ordenadores cubanos- una
bandera multicolor. Significa que Windows se está haciendo cargo del
funcionamiento del entramado de cables y piezas.
El monopolio del
sistema operativo creado por Bill Gates parece infalible. El uso predominante
del programa se ha perpetuado a través de la compañía Microsoft, una de las más
grandes del orbe. Su producto principal, Windows, funciona bajo las reglas del
software propietario; o lo que es lo mismo, pertenece a una empresa y se
adquiere mediante un contrato de compra llamado “Licencia de uso”.
Cuba
no escapa de la homogeneización impuesta por el mercado. La mayoría de los
ordenadores en la Isla tienen instalado este software. Aunque el bloqueo
estadounidense contra el país impide a las instituciones y usuarios acceder a
las licencias, se adquieren instaladores que son modificados para su utilización
sin el permiso requerido por Gates y su empresa.
Algunos parecen
burlarse de la censura: si las sanciones norteamericanas impiden comprar la
licencia, pues usémoslo sin preocupación. Mas las leyes del software propietario
son utilizadas por la Casablanca para vetar el uso legal de Windows en nuestras
computadoras. Y esto no se queda ahí. Con el principal producto de la Microsoft
vienen también todos los programas a los cuales se accede mediante compra. Por
ser norteamericanos, también están vedados para el usuario cubano. Así, sepa
usted que anda de ilegal cuando escribe en Word, o corrige la escala de colores
de una imagen en Photoshop, por no hacer interminable la lista de
“transgresiones”.
Imaginemos por un segundo que al país le fuese posible
la compra de la licencia de uso y saquemos la siguiente cuenta: el precio de
Windows oscila de 119 a 219 USD, solo el sistema operativo. El paquete de Office
(Word, Power Point, etcétera) cuesta entre 240 y 680 USD, según el que se
compre. De optar por lo menos caro ya estaríamos pagando 360 USD. Como si esto
fuera poco, Microsoft ha dicho que no soportará más Windows XP y que hay que
cambiar obligatoriamente a alguna de las variantes de Windows 7, y además
¡costear el cambio!
Por fortuna, existe una alternativa a las exigencias comerciales de Mr Gates y
su imperiosa necesidad de aumentar ganancias mediante constantes actualizaciones
que dejan a cualquier computadora “descontinuada”. Se trata del software libre,
una tecnología concebida para ser usada sin necesidad de pagar licencias de uso.
Pululan por los ordenadores cubanos programas que funcionan bajo esta
prerrogativa, como es el navegador Mozilla Firefox.
Linux se llama el núcleo del sistema operativo creado bajo las
premisas de libertad de distribución, uso y modificación, con lo cual el usuario
no contrae deberes con el dueño de empresa alguna, más que el compromiso ético
de compartir mejoras con la comunidad virtual.
Algunas distribuciones
(denominación que reciben las variantes surgidas a partir del núcleo original,
atendiendo a las necesidades de usuarios específicos) son ya populares, como son
Debian o Fedora.
Ante la posibilidad de acceder a él libremente,
descargándolo de Internet o instalándolo desde un disco, así como la facilidad
de contar con el código fuente para mejorarlo, y hacer públicas las variaciones,
Linux se descubre como una opción ideal para Cuba.
Mucho se habla de la
migración hacia el software libre. El gobierno cubano tiene la firme voluntad de
realizar el cambio, escalonadamente. Pero la realidad es que la hegemonía de
Windows induce a pensar que se trata de una batalla perdida el hecho de disponer
de Linux como sistema operativo difundido a nivel nacional.
Cabe
preguntarse en primer lugar si ese sistema satisface mejor que Windows las
necesidades de determinadas comunidades y país, a partir de ofrecer una
funcionalidad similar o mayor.
Muchos usuarios se preguntan si todo lo
que se hace en Windows es posible hacerlo en Linux. Esto depende de para qué se
use la computadora. Si usted es de los usuarios que realizan las labores comunes
como escribir documentos, revisar el correo, escuchar música y ver videos, no
encontrará obstáculos con Linux. Este sistema cuenta con un arsenal de programas para satisfacer
las necesidades estándares.
Otros usuarios más exigentes: programadores,
diseñadores o editores, que operan con softwares menos comunes como Photoshop,
CorelDraw o AutoCad, también disponen de versiones en Linux, igualmente
funcionales.
Sobre las posibilidades de trabajar con Linux nos comenta el
máster Víctor Manuel Tamé Reyes, profesor de Computación del Instituto Superior
de Tecnologías y Ciencias Aplicadas. “Una persona puede hacer con un sistema
Linux, lo mismo que con Windows, todo depende de que quiera pagar el precio de
adaptarse a un sistema operativo diferente”.
No obstante, agrega que
Linux tiene desventajas en el sentido de que hay elementos no tan amigables como
en el sistema de Microsoft: “Muchas personas opinan que en Windows las cosas se
hacen más fáciles, y abandonan Linux. Eso hace que la gente le tenga un poco de
reserva, pues todo el mundo quiere hacer sus cosas sin pasar
trabajo”.
Sin embargo, este joven profesor, que usa Linux en sus labores
cotidianas, subraya que luego se descubre un “sistema estable, robusto, libre y
seguro, en el que es mucho más fácil trabajar”.
Otra de las fortalezas
citadas por los defensores de este sistema operativo es la opción de estudiar la
manera en que está concebido y hacer cambios en caso de considerarse necesario.
Esto es especialmente ventajoso para el usuario especializado, aunque no tan
atractivo para el consumidor medio. La importancia de este tipo de libertad
comienza cuando cualquier desarrollador en cualquier lugar del mundo puede
mejorar el sistema y compartir esa optimización con toda la comunidad Linux, lo
cual asegura que cada distribución se mantenga en constante perfeccionamiento.
Microsoft, en cambio, debe fabricar “parches” para solucionar los
problemas de Windows. Hasta tanto la empresa no decide hacerlo, el usuario debe
batallar con los errores de la computadora.
Migrar o no migrar…
El periodista y máster Miguel Ernesto Gómez Masjuan, profesor de la Facultad de
Comunicación de la Universidad de la Habana, prefiere quedarse con Windows, si
bien usa programas que funcionan bajo los términos del software libre, como
Mozilla y OpenOffice: “He trabajado siempre con software propietario, no tengo
por qué migrar al libre si los peligros de Windows no me reportan problemas”.
Por su parte, el estudiante universitario Abel Sánchez Yhanes opina que
la principal razón por la cual no cambia a Linux es por su incompatibilidad con
Windows: “Los programas que uso en Windows no me funcionan en el sistema libre,
así que prefiero quedarme con lo tradicional”.
Este es uno de los mitos
con respecto a Linux, ya que casi todos los archivos que se producen en Windows
pueden leerse en el otro sistema. Ahora bien, hay una serie de programas que
están desarrollados exclusivamente para el software propietario debido a que de
esta manera se protegen unas empresas a las otras. Así nos encontramos con que
los juegos no se pueden abrir en Linux como tampoco multimedias que son
producidas para Windows.
De virus y otros demonios…
Resulta muy común que cuando una persona ofrece su memoria para copiar algo
advierta: ¡Cuidado, tiene virus! Es parte de la práctica habitual que esta
suerte de programas malignos impidan su correcto funcionamiento y el usuario
deba tener acceso a las actualizaciones de vacunas eficientes (antivirus) para
enfrentar los daños.
Casi todo el mundo tiene una
experiencia con la pérdida de información a mayor o menor escala por las
travesuras de un virus. El software propietario intenta resolver esto con
programas como Norton Antivirus, Kaspersky Antivirus y Nod32, los cuales exigen
constantes actualizaciones, costosa por añadidura.
Al rescate del
usuario víctima de este fenómeno llega Linux; el hecho de que la propagación de
los códigos malignos en este sistema sea casi imposible lo hace mucho más seguro
y confiable que el software propietario.
No obstante, sobreviene la
pregunta: ¿Afectan los virus a Linux? De acuerdo con el profesor Victor Tamé
Reyes hay virus para Linux, pero es bien difícil que el código maligno se
transmita: “En Linux un usuario solo tiene permiso de escritura o lectura sobre
un espacio previamente asignado por el administrador del sistema, lo cual
provoca que si fuera infectado por un virus, el único espacio en el que se puede
replicar es en el entorno de ese usuario”.
Por otro lado, explica que en
Linux los ficheros tienen un sistema de permisos que se dividen en “r”
(read) que es el de lectura; “w” (write) que es el que permite
escribir, es decir, hacer cambios o guardar nuevos archivos, “x”
(execute) el cual permite la ejecución del programa, ponerlo en
funcionamiento.
Si, por ejemplo, el archivo “juventudtecnica.doc” tiene
el permiso “r” se puede leer, pero si tiene denegado el “x”, no puede
ejecutarse. ¿Cómo funcionaría entonces si la infección proviene de un correo
electrónico? En ese caso no puede infectar a nadie porque por defecto todos los
ficheros tienen eliminado el permiso de ejecución (“x”).
Puntualizada
Tamé que “en caso de que el usuario haga el fichero ejecutable y luego lo
ejecutara sí infecta, pero no llegaría más allá de sus carpetas personales. Esto
explica por qué Linux es tan eficiente en la tarea de evitar la propagación de
los códigos malignos”.
Otro elemento que evita la vulnerabilidad es la
diversidad ofrecida por Linux. Si usted encuentra una debilidad en el Firefox, y
Mozilla todavía no saca el parche para cubrir la brecha de seguridad, se pueden
utilizar otros navegadores que abundan en Linux como el SeaMonkey, el Konqueror, Chromium o el Lynx.
No obstante, el especialista advierte que en Linux sí existen
virus: “de hecho existen alrededor de mil códigos malignos. Está claro que si se
compara ese valor con los más de un millón que existen para MS-DOS/Windows
(entre activos, inactivos, variantes de un mismo virus, etcétera), podemos decir
que el software libre está mucho más aislado de estas amenazas”.
El remedio temido
Al parecer, Linux viene a eliminar los
dolores de cabeza que Windows no deja de darnos: instaladores
craqueados, fallas de seguridad, necesidad de actualizaciones, virus…
Entonces la cuestión está en por qué no se ha generalizado aún su uso en
Cuba, y por qué no se generaliza la enseñanza del Linux en las escuelas.
El profesor Miguel Ernesto Gómez Masjuan afirma que uno de los
inconvenientes que le hace renunciar a Linux es la carencia de un soporte
técnico que pueda resolver los problemas que se le presenten con el sistema, a
diferencia del software propietario, que cualquier persona con conocimiento más
o menos profundo de computación puede arreglar. Afirma además que la ventaja de
la seguridad que ofrece Linux no lo seduce, pues Windows, con su antivirus
actualizado, se mantiene libre de infecciones.
Durante mucho tiempo
funcionó una lista de correos destinada a ayudar a todos los usuarios neófitos
en el nuevo sistema operativo (linux-l@softwarelibre.cu). Pero, de acuerdo con
Tamé Reyes, dejó de funcionar. Sería entonces de mucha ayuda que la comunidad
Linux se comunique y se ayude entre sí.
El también periodista
especializado en Nuevas Tecnologías opina que el software libre sería una
solución muy eficaz para las computadoras en Cuba, pero que muy pocas personas
lo dominan. Adjudica a la falta de enseñanza de este sistema el hecho de que los
propios profesores carecen de la preparación para enseñar Linux.
Si bien
esto es cierto, un grupo de jóvenes científicos de la Universidad de Ciencia
Informáticas desarrollaron la distribución Nova, que
pretende acelerar el proceso de migración de Cuba al software libre, pero su uso
aún es poco perceptible en el entorno informático nacional.
Liberándonos de monopolios
No interprete que el
propósito es apologizar el software libre, sino verlo como una opción viable y
pertinente en nuestro contexto nacional. No se ha de forzar a ese usuario
experimentado en el uso de Windows a que cambie de sistema (y con ello de
interfaz) de un día para otro. Es claro que se trata de un proceso lento y
paulatino, que comienza por desmitificar un sistema que no es más difícil, sino
diferente.
La resistencia hacia lo distinto resulta inevitable, pero
para toda esa gran masa de personas que nunca ha trabajado con una computadora,
comenzar por Linux o por Windows no será el obstáculo, sino el propio
desconocimiento.
Si usted es de los defensores acérrimos de la comodidad
que le ofrece la bandera multicolor de Bill Gates, piense que andan por ahí
otras banderas que enarbolan comodidades semejantes y eficacias superiores.
Fuente: http://www.juventudtecnica.cu