Tomado de Trabajadores
El Instituto Politécnico de Informática Raúl Cepero, ubicado en el
municipio capitalino de Diez de Octubre, ha conquistado otro poco de
soberanía. Allí los alumnos novatos se desconciertan un tanto cada
septiembre cuando descubren que las computadoras no encienden con el
sistema operativo más usado, Windows. Entonces es cuando algunos se
enteran de que utilizarán durante el proceso docente una distribución
de Linux, porque desde hace dos cursos, el centro migró a software
libre.
Así le sucedió a Ariel Lima, quien confiesa que no le gustó la
idea, solo había oído mencionar el asunto; sin embargo, ahora la
agradece y hasta le facilitó la instalación de un sistema de código
abierto a un amigo que tenía problemas con el privativo Windows. De
esta manera, las bajas prestaciones de la pc dejaron de ser un
obstáculo.
Dailín Pineda también desconocía las múltiples bondades de la
opción antes de comenzar en el politécnico. Ahora usa una distribución
libre en su casa.
El estudiante de tercer año Ignacio Barrera recuerda que se adaptó
en un corto período, por la buena preparación que reciben. “Los que
hicieron mayor resistencia al cambio han reconocido las ventajas. Una
de ellas es la compatibilidad entre los archivos, incluso con los de
sistemas privativos. He comprobado que la experiencia ha tenido un
impacto positivo”, asegura.
El software libre permite ejecutarlo, copiarlo, distribuirlo,
estudiarlo, cambiarlo y mejorarlo. También se le llama software de
código abierto.
Alain Turiño, jefe del departamento de proyectos informáticos del Cepero, afirma que enseñan filosofías de trabajo y no una aplicación específica. “De esta manera el muchacho termina preparado para trabajar con cualquier herramienta sin importar de qué sistema se trata. Por ejemplo, explicamos el funcionamiento de un procesador de texto, lo que se cumple en la mayoría: cómo dar formato, cambiar el estilo…
“En los laboratorios está instalado Debian y aunque el entorno es familiar, resulta algo difícil para los de primer año porque llegan acostumbrados a Windows”, reconoce Turiño. Varias son las instituciones del país que, como el politécnico capitalino, han preferido comenzar la migración a software libre, atraídas por las facilidades que ofrece. Sin embargo, apenas ha comenzado el camino con la implementación de pruebas en algunos ministerios.
Soberanía tecnológica para todos
Mientras llega la hora cero, centros como los Joven Club son imprescindibles para brindar información y preparación a la comunidad. A sus 73 años Joaquín González, profesor del Palacio Central de Computación, la capital de los clubes, enseña a través de una distribución de GNU/Linux a tres grupos de personas de la tercera edad. “Algunos lo prefieren para la casa por el pequeño espacio que ocupa su instalación en el disco duro, la seguridad y el bajo riesgo de infección por virus en las máquinas. Tengo un alumno 10 años mayor que yo”.
Angélica Scull, licenciada en enfermería y una de sus estudiantes, cuenta que ha decidido aprender a utilizar una Pc a sus 54 años de edad. “Prefiero Ubuntu porque es gratuito, mientras que hay que pagar una licencia por Windows. Continuaré con Linux cuando tenga mi computadora, ya que el país migrará. Por eso empecé en el curso y tomaré todos los que pueda”.
El Grupo de Usuarios y Tecnologías Libres (GUTL), otra potencia de promoción del software libre en el territorio nacional, también aprovecha el espacio de los Joven Club. Yoendrys Martínez, técnico medio en informática y uno de los coordinadores, recomienda una distribución de código abierto a cualquier interesado en dependencia del hardware y el conocimiento básico. “Sugiero Debian para servidores y Ubuntu para los usuarios finales que están aprendiendo o familiarizados con Windows.
“Los últimos sábados de cada mes estamos disponibles en el palacio para atender consultas, dar conferencias, y facilitar o instalar sistemas operativos libres como parte de un servicio gratis. “Tenemos una lista de correo a la cual la gente se suscribe para hacer preguntas; difundimos información, soporte y ayuda por el sitio web gutl.jovenclub.cu; participamos en foros nacionales y vamos a las empresas para cooperar con su migración sin costo alguno.
“Nos retribuye la experiencia y el centro al cual pertenece cada miembro. En mi caso soy particular, tengo una licencia de operador de equipos de cómputo, pero no cobro cuando se trata de software libre.
“Soy parte de la comunidad desde hace cinco años. Después que entras no quieres salir. He visto cómo crece el número de usuarios en Cuba”, observa Martínez. Pablo Mestre, otro de los coordinadores del grupo y administrador de red en la Escuela Nacional de Salud Pública, aclara que en todas las provincias se realizan encuentros mensuales de este tipo. “Cada vez se acercan más personas comunes, ya no son solo especialistas. El mismo palacio tiene instalado software libre en sus computadoras, y llegamos a muchas instituciones en donde encontramos que es usado tanto por el administrador de red como por una secretaria”.